INTERVENCIÓN DE LOS PADRES


La solución al problema de bullying está en la sociedad y en el interés que se les preste al mismo. Sin embargo, el primer gran paso debe ser dado por los propios padres, quienes son los principales responsables de los niños. Aunque es difícil identificar un cuadro de conducta agresiva o abuso en los hijos, para ello hay que estar muy al pendiente de su comportamiento y los cambios que tengan en la conducta.
Vamos a ver primero el caso del acosado. Según el psicólogo y periodista Ferrán Barri, los primeros “síntomas de un acoso escolar se perciben a partir de los nueve meses, e incluso al año de ser padecidos”. Las personas que sufren este acoso son: generalmente, niños menores de 14 años. Estas personas pierden autoestima y se van cerrando en ellos mismos hasta el punto de aislarse por completo. Estos menores también tienden a culpabilizarse de lo que les pasa y se produce una desestructuración de la personalidad en las personas acosadas, afectando así a su autopercepción.
El bullying se produce en cualquier grupo de niños y adolescentes. Por ello, se debe tener especial atención en los grupos de escolares y de actividades extraescolares o colonias. Se trata de un acoso moral y de vejación, por lo que no siempre es necesario que se produzca un daño físico.
Lo más probable es que el primer síntoma de un acosado sea una baja en el rendimiento escolar, con una clara disminución de calificaciones. Y de ahí, sea aislamiento y una negativa por asistir al colegio. La intimidación y abuso realizado por los compañeros de clase, pares y otros niños, pueden tener un efecto grande en el desarrollo social, educacional y psicológico. Los niños que son víctimas pueden:
·         Sufrir depresión, ansiedad, estrés pos-traumático, abuso de sustancias y suicidio
·         Es más probable que lleven armas a la escuela para su “autodefensa”
·         Faltan a la escuela con frecuencia porque se sienten inseguros
·         Tienen problemas para concentrarse en la tarea y las lecciones porque los consume la ansiedad y el miedo
·         Tienen baja autoestima y altos índices de depresión y otros desórdenes mentales en su adultez
·         Pueden desarrollar problemas para el manejo de la ira, o presentar comportamientos autodestructivos
·         Padecen de dolor de cabeza y dolor de estómago, aparentemente sin explicación.


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