→ El mito del matón y la matona


A lo largo de la historia del hombre ha existido el mito del matón que, más que una invención es una realidad que trasciende. En todo momento se ha detectado a un hombre con perfil agresivo que intimida al resto de los varones. Algunos le llaman el macho alfa, físicamente corpulento, capaz de resguardar la tranquilidad y el orden se sus protegidos. En las aulas se desarrolla una personalidad de gran similitud, pero propósitos distintos; es el típico matón.
El típico matón es aquel agresor que trasgrede a sus compañeros y busca imponer su ley de cualquier modo. Siempre los ha habido, hasta en el poblado más recóndito de la humanidad, pero nunca antes se había escuchado de la matona. Sí, ahora ellas también acosan, aunque de forma distinta que los chicos: pegan menos y su hostigamiento es más esporádico.
Aquí está ocurriendo un comportamiento muy peculiar. Según las estadísticas de 500 pacientes que llegan a las unidades de psiquiatría y psicología, un 10 por ciento son por acoso escolar, y de estos 60 por ciento se trata de mujeres, acosadas por chicas de su mismo sexo. Parte de este comportamiento hace que los niños y niñas se vuelvan violentos y agresivos con otros reside en la rabia que llevan por dentro y que aflora sin causa aparente. Muchos de ellos, cabe mencionar, son víctimas de violencia directa o indirecta o están pasando por una situación complicada, como el divorcio de sus padres o están deprimidos o se sienten abandonados, y despliegan su odio contra aquéllos que creen que son más débiles.
El mito del matón es real, dentro de ciertos sectores sociales, como el colegio, se reconoce a un chico que sale de las normas, se siente feliz al quebrantarlas y encima de todo abusa de sus compañeros más débiles. Lo nuevo es que el mito se haya extendido al sector femenino. Hoy en día las chicas quieren imponer modos de desahogo poco pacíficos, y también darse a notar de uno u otro modo.
Y es que para que el mito del matón sea real se requiere que el chico más fuerte, el que quebranta las reglas no tenga miedo de que los adultos se den cuenta de su comportamiento. De lo único que se cuida es de molestar a sus compañeros cuando los más grandes están lejos, pero es alguien que esconde su indisciplina, se jacta de ella, la mayoría de las veces porque está atravesando problemas serios de los cuales intenta salir por medio de una coraza de rebeldía.
Estos chicos, al igual que el resto de los acosadores, necesitan la intervención inmediata de los adultos, porque de seguir por ese camino pueden terminar en muy malos pasos. De ese modo, parte de la vacuna contra este problema reside en el propio entorno familiar. Los niños que crecen en un ambiente en el que la violencia, de cualquier tipo, no es cuestionada, sino que forma parte de la relación brutal, a su vez serán violentos con más frecuencia en la relación con sus compañeros. El antídoto más eficaz está en la educación.
Tanto el matón, como la matona, y los chicos o chicas acosados, merecen intervención y orientación de los adultos. Los acosados, por lo general, son niños sobreprotegidos con pocos recursos para enfrentarse a las relaciones sociales. Lo grave del entorno escolar, es que los alumnos se sienten solos. No suelen acudir a consulta, siendo que toda institución escolar al menos posee un contacto psicológico.
Detrás de muchas depresiones, de los fracasos escolares, se esconden los abusos en la escuela. No esperemos como padres a que sean los especialistas los que den con el problema, es nuestra obligación verla por el bienestar de los hijos, sin importar sin son acosados o acosadores.

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